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El niño que ha tenido la oportunidad de desarrollarse en el seno de una
familia democrática crecerá y se desarrollará sin prejuicios hacia otros grupos. |
En nuestra sociedad democrática creemos firmemente que el hogar debe ser la piedra angular en la formación y desarrollo del niño. Es en el hogar donde se debe generar la fortaleza de la libertad y el respeto. Nadie, ni la guerra ni la paz deberían alterar los valores del hogar. Según el árbol, fuerte y vigoroso da buen fruto, así mismo un hogar feliz y equilibrado puede formar hijos y, por ende, ciudadanos felices y útiles a la sociedad, sin duda alguna, no puede ser de otro modo. Pero para lograrlo sus padres tienen que inculcarles principios morales correctos desde su temprana edad.
El hogar debe ser la primera agencia socializadora y educadora en la vida y formación de un niño, aquí se encuentran sus primeros maestros. Es en el hogar donde el niño adquiere su concepto inicial de este mundo y su personalidad. Los psicólogos y psiquiatras conocen muy bien la cadena interminable de actos y reacciones que se pasan de padres a hijos y de estos a generaciones futuras. Por consiguiente, la familia debe constituir la fuente del amor, del compañerismo, del buen deseo y del respeto a los derechos de los demás. Se ha dicho, y muy acertadamente, que al niño bien amado se ama a sí mismo y le queda amor suficiente para amar a los demás. Por el contrario, aquél a quien se le ha negado amor no tiene nada que compartir; ya que nadie puede dar de lo que no tiene, ahí están los delincuentes.
La familia es, también, la cuna de la democracia. El niño que ha tenido la oportunidad de desarrollarse en el seno de una familia democrática crecerá y se desarrollará sin prejuicios hacia otros grupos. Más aún, luchará contra los prejuicios y se opondrá a ellos. Usted padre, ¿Le inculcó principios correctos a sus hijos desde su temprana edad? La institución social de la familia constituye la fuerza mayor en la creación de normas morales elevadas y en el logro de un sentido de seguridad espiritual. Si los padres en todo el mundo comprendieran la fuerza potencial del hogar en la formación del niño hicieran todo lo que estuviera a su alcance para ayudarlos al máximo desarrollo de sus capacidades, tanto morales y espirituales como físicas, afectivas e intelectuales. Así, podríamos lograr una raza digna de felicitaciones y orgullo del mundo.
Padres, esto es un hecho cierto. No todo está perdido, aún podemos corregir nuestros errores por el bien de nuestra familia y nuestra democracia.
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